Ha muerto un tal Robert Wise.

He leído que empezó su carrera cinematográfica encargándose del montaje y llegó a ser el montador de una película titulada Ciudadano Kane. Después empezó a dirigir películas, al principio de forma modesta, de serie B. Fue el director de títulos como La maldición de la Mujer Pantera o Ladrón de Cadáveres. Hizo westerns (Sangre en la Luna), cine negro (The Set-Up), dirigió una película de ciencia-ficción titulada Ultimatum a la Tierra y fue ganando cierto prestigio para dirigir películas con más expectativas como Marcado por el Odio o ¡Quiero Vivir!.

Luego llegarían sus grandes triunfos: West Side Story y Sonrisas y Lágrimas (en el medio dirigió una película, que dicen tiene cierta atmósfera terrorífica, titulada The Haunting), con las que ganó el oscar al mejor director y mejor película. Su carrera no volvió a alcanzar éxitos de esa envergadura pero siguió dirigiendo conocidas películas como La Amenaza de Andromeda (curiosamente la vi el otro día y tengo pendiente escribir la crítica) y la primera entrega de Star Trek.

Pensando en el tema me he dado cuenta de que en cualquier otro campo a una persona con ese currículum se le consideraría un fuera de serie. Lamentablemente nuestra tendencia a considerar solo a los grandes autores nos hace olvidarnos de directores todoterreno como él y la crítica internacional le tiene bastante infravalorado. Sin embargo poco a poco, al ir creciendo mi colección de dvd’s, me he dado cuenta de la cantidad de películas suyas que tengo; sin duda uno de los directores más representados en mi colección. Creo que ese es el gran triunfo de un artista, que más allá de críticas y premios, cuente con el paso de los años con el fervor y el recuerdo de aquellos que aprecian su arte.

Ayer murió un tal Robert Wise. Y los que amamos el cine no lo olvidaremos jamás.